La composición de la familia varía de sociedad en sociedad,
de país en país, de región en región, pudiendo en algunos
casos ser muy numerosa y en muchos otros limitarse
solamente a los integrantes centrales o nucleares: padre,
madre e hijos. Convencionalmente se entiende por
familiares secundarios a los tíos, primos, abuelos y sobrinos.
Luego, también podemos mencionar a la familia política, es
decir aquella que se establece en base a relaciones no
sanguíneas: cuñado, nuera, suegros, yerno, ahijados, etc.
La importancia de la familia estriba principalmente en dos
pilares fundamentales para la existencia del ser humano:
por un lado, la familia brinda al recién nacido protección,
cuidado y cariño, enseñándole a través de esas cosas reglas
de comportamiento, dónde está el peligro, qué cosas no se
deben hacer, cómo ser sano, cómo ser saludable, qué
significa cada sensación, etc. Esto es así ya que un bebé
(de cualquier tipo, no sólo humano) al ser abandonado sin
ningún tipo de cuidado o protección de posibles peligros no
podría sobrevivir por sí solo. Para los seres humanos, el
cuidado y la protección de los padres es necesaria hasta la
edad de la adultez, momento en el cual se entiende que la
persona ya puede valerse y cuidarse por sí misma (en
términos de edad, la adultez varía de país en país pero se
suele establecer alrededor de los 16 a 18 años).
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